El mejor abogado de Ley de Segunda Oportunidad en Sevilla: opinión personal

Desde que escribí este post me ha escrito mucha gente preguntando quién era el abogado que finalmente me resolvió el asunto de cancelación de mis deudas. Para ahorrarte el email, te dejo su contacto: se llama José Carlos Camacho, es un tío majísimo y puedes llamarle desde haciendo clic aquí.

Encontrar un buen abogado para gestionar todos los trámites después de haberte endeudado hasta límites insospechados es complicado. Lo sé, por experiencia, y tú lo sabrás pronto si llegas a encontrarte en una situación como ésta.

Durante más de 3 años he dado vueltas por muchos bufetes y asesorías que se vendían como especialistas en ley de segunda oportunidad, que me prometían un servicio económico, según la cantidad de deuda que consiga ahorrarme, o que me aseguraban que todo era pan comido.

Debes tener cuidado con muchos de esos picapleitos, han visto demasiadas series.  

Yo no soy abogado, ni quiero serlo, de hecho, creo que a lo largo de este tiempo he cogido tirria a este mundillo abogacil.

Lo que sí he hecho es buscar mucho, online y por muchos despachos por toda Sevilla, a la caza del mejor abogado.

Buscando por Internet no me he encontrado más que con webs casi idénticas con mensajes vacíos del rollo “somos un equipo de grandes profesionales” “nuestro bufete está especializado en… (sustituir por cualquier especialidad donde pueda sacarle la pasta a alguien) … bla bla bla

Nadie hablando claro sobre tus derechos o deberes en una situación de sobreendeudamiento. O casi nadie.

Si tu situación es del todo insostenible y estás buscando alguien que te defienda ante la justicia no pierdas el tiempo con tragaldabas encorbatados, busca al que te hable claro; si te has endeudado más de lo que podías, eso no significa que te chupes el dedo.

Esta es mi historia buscando un buen abogado para cancelar mis deudas en Sevilla ciudad.

Espero que te ayude.

*Importante: solo es una historia y mi opinión, la de nadie más.

Mis ingresos no eran suficientes para cubrir mis gastos, esto fue lo que pasó antes de ponerme a buscar un abogado

Lo primero, y antes de contarte todo el tema de exoneración de deudas y demás líos, déjame explicarte cómo empecé a endeudarme, porque fue de los más tonto.

De hecho, si hubiera un programa sobre “los endeudados más estúpidos de la historia”, yo estaría el primero.

Todo esto empezó en un mes de junio de 2014.

Por Sevilla acostumbramos a pasar calor todos los años durante los meses de julio y agosto, además de otros, pero quizás con menos intensidad.

Digamos que yo era de los que, con cierta sorna decía a todo el mundo que a mí no me gustaba pasar las vacaciones fuera de Sevilla, que a mí me gustaba Sevilla en verano, pues se está más tranquilo…

Pero aquel año 2014, se me inflaron los … y decidí pedir un crédito para disfrutar todo el verano como nunca lo había hecho.

Como nunca había disfrutado un periodo tan largo, aquel verano para mí fue todo un orgasmo vacacional. Comilonas, fiestas, cervezas por un tubo, chiringuitos a tutti-plen, en fin, todo lo que se terciaba.

¿Lo vas entendiendo?

–¿Y qué hacías un cateto como yo despilfarrando tanto dinero fuera de Sevilla?, te estarás preguntado.

Tranqui, que eso viene ahora.

Yo, la playa, el chiringuito, las terrazas veraniegas, chicas poco vestidas, y todo lo que os imagináis.

Sevilla en agosto es una maravilla, no hay nadie por las calles, no se paga zona azul por las tardes y no hay atascos en la SE-30, ¿qué más queremos?

Ponte en situación.

Cada mañana, después de dormir todo lo que me apetecía, bajaba a la playa, me sentaba en el chiringo y empezaba la “triste rutina” ¡Una cerveza bien fría primo!

Sentadito en una hamaca, mirando el horizonte y cuando me hartaba del horizonte que tan bien queda marcado allá donde se junta el mar con el cielo, me ponía a ver cuál es la piba que mejor cuerpo luce ese día.

Después de beberme unas 5 cervezas, darme un rico baño y hacer un nado de unos 10 metros, así un día y otro, lo último que piensas es que vas a necesitar el teléfono de un abogado.

Por las tardes, en lugar de chiringuito me gustaba frecuentar los bares del puerto, donde los más chulos de la playa, y las más sexys también de la playa les gusta dejarse ver con sus “bugas”.

Claro, yo empecé a pensar que allí si no tienes un buen coche no te comes un rosco, por eso lo que empezó a rondarme por la cabeza fue jubilar mi viejo trasto y estrenar algo con lo que ligar estuviera asegurado.

Con toda esta borrachera de disfrute en ningún momento pensé que o de sobre-endeudarse pudiera ser un problema, pues con mi digno curro yo iba a pagar lo que hiciera falta ¡vaya lumbreras!

Pues con todos esos pajaritos al siguiente año aparecía por el puerto con mi flamante Mercedes descapotable a ver si me comía algo. Y lo cierto es que me lo comía, pero a base de gastarme lo que en mi vida yo había imaginado, pero como las tarjetas de crédito hacen magia, yo no paraba de gastar.

De momento lo de la segunda oportunidad consistía en aprovechar esta segunda oportunidad que me había brindado la vida para disfrutar cada verano como nunca lo había hecho antes.

Así es la vida.

Y continúo porque la historia no acaba ahí.

Me ligo a un pibón que lo único que le importaba era la pasta que yo me podía gastar en ella.

La segunda parte de la historia, y por la que yo empecé a dar forma al tonto que llegué a ser, se entiende conociendo como me endeudaba sin límite alguno.

Cuando alguien empieza a degustar los productos que son fruto de la magia que hacen las tarjetas de crédito corre el riesgo que quedarse pillado, sino embelesado por ese trozo de plástico.

La verdad sea dicha: cuando uno pide algo grandioso y basta pasar la tarjeta por un aparatito haciendo un simple movimiento, imitando un toque de violín, la verdad es que pone y mucho.

Y de esa forma tan sutil, a saber, tocando el violín con una tarjeta de crédito me fui arruinando.

Con el tiempo te das cuenta de que el violín empieza a desafinar y suena como si un elefante tocara un trombón con las ventosidades que salen de su culo y ahí es cuando la sinfonía inicial se transforma en música de peli de terror sin armonía alguna, pero con muchos desafinos.

Ahí empezó la búsqueda del mejor abogado de ley de segunda oportunidad

Cuando llegaban los cargos por los gatos de las tarjetas mi cuenta corriente era un reguero de sangre. Todo eran números rojos.

El director de la oficina, con el que en tiempos atrás me había divertido ahora era el hombre del saco. Cada vez que me encontraba con él salía corriendo.

Cuando me llamaba por teléfono y escuchaba su voz yo empezaba a tartamudear para perecer que la cobertura era defectuosa, pero cuando, debido a la confusión, este efecto lo hacía incluso en persona, el ridículo era tan espantoso que perdía cualquier noción y solo quería que la tierra me tragase.

Pequé de ingenuo y al final necesité un maldito abogado

El caso estaba bastante claro, quien gasta debe pagar sus deudas.

El primer abogado que contraté fue una recomendación. Una compañera de curro, a la que le ocurrió algo parecido, pero a pequeña escala, me recomendó el abogado que llevó su caso.

A ella las deudas no le suponía demasiados problemas, pero aun así su abogado consiguió solucionarle esos pequeños contratiempos. Vamos, lo que yo quería, poder reducir mis deudas hasta donde pudiera pagar.

Todo empezó bien, pero el tipo parecía el abogado de la Pantoja, estaba tan liado que cuando sacaba mi carpeta no sabía ni cómo me llamaba.

Además, el tipo insistía en que me hiciera el pobrecito para aparentar ser un simple desgraciado. Al principio fui reticente, pero cuando me habló de lo que podíamos conseguir todos mis valores se esfumaron.

–             Señor director, sabes que siempre he pagado mis deudas, no ´se cómo he llegado a esta situación la verdad…

El director al principio me creía, pero conforme pasaba el tiempo, me creía menos.

A mi abogado le debió caer un caso más importante que el mío, un tío de unos 55 tacos, con pelo de rico, pero sin serlo.

¿No sabes cómo es el pelo de los ricos?

Hagamos un inciso, porque esto es realmente importante.

Mira.

Hay un tipo que se ha dedicado durante años a hacer fotos al pelo de los hombres ricos, y todos lo llevan igual, al menos en la zona donde lo conservan.

¿Y cómo sabe si un hombre es rico? Porque no tiene deudas.

– Ya, pero eso puede fallar, un mindundi hipotecado hasta las orejas decir que no tiene deudas.

Cierto, pero se fija como viste, el mindundi lleva ropa de marca falsificada y el rico no, y a veces eso da el cante.

Pues mi nuevo abogado de la ley de segunda oportunidad llevaba el pelo como un rico, pero no lo era porque sus camisas siempre parecían arrugadas. Con el tiempo me di cuenta de que ese corte de pelo es muy frecuente en el mundo de la abogacía.

La lección del “yonki simpático” que tuve que aplicar a mi segundo abogado de accidentes de tránsito

El segundo abogado en llevar mi caso también se vendió como “el mejor abogado de ley de segunda oportunidad de Sevilla”.

En fin…

Sin embargo, su pelo de “honorarios altos” (rico) me inspiró confianza así que seguí sus instrucciones, las cuales parecía tomar siguiendo un criterio un tanto aleatorio.

El hombre quería poner una reclamación por todo.

Yo, que para aquella ya me había hecho un nombre en un conocido foro de endeudados me empecé a oler que lo que me decía eran todo sinsentidos, así que, como le dijo el Yonki simpático a la mujer del coche que robó: “le tuve que invitar a que se fuera”.

Y, por fin, conocí, bajo mi sesgada opinión, al mejor abogado de ley de segunda oportunidad de Sevilla

Después de la mala experiencia con el fanfarrón de los caracolillos en el pelo, que calculaba con los dedos, estuve a punto de abandonar.

Solo faltaba un mes para un juicio y estaba condenado a pagar a la entidad financiera y a otros muchos acreedores más, también entidades de crédito.

Entonces apareció el despacho de abogados soñado, y un abogado mega-eficiente en mi defensa.

Aunque de tanto leer por internet ya me había convertido casi en experto, no terminé de entender la maravillosa exposición con la que me explicó todo el funcionamiento del proceso que representa la ley de segunda oportunidad.

¿Cuánta deuda pude cancelar?

Pues pude cancelar más de 65.000 euros de mis deudas. Sus honorarios me parecieron escasísimos en comparación con lo que pude recuperar.

Aquí van algunas preguntas que me hacen mucho

¿De verdad merece la pena contratar un abogado de para tus deudas?

Pues depende del importe de las deudas y de muchos factores, pero por lo general, si es bueno, sí, merece la pena.

¿Es diferente un abogado especialista en deudas a un abogado generalista?

Por supuesto que sí. El abogado especialista en deudas experto puede conseguir cancelar una cantidad muy superior que un abogado generalista.

¿Se puede denunciar a un abogado?

Claro, puedes denunciar a quien quieras, pero recuerda que un abogado ha estudiado derecho, conoce las leyes y se dedica a eso, tú no. Métete con alguien más débil, ¿no?